
un día, unas
manos se desnudaron quitándose unos guantes de calle que las cubrían del frio,
para vestirse con los guantes que las protegerían en el momento de forjar y
construir esta puerta de pomos simétricos y acero granulado que separarían un
espacio de otro.
otro día, otras
manos agitaron botes de spray con pintura negra y blanca. la canica del
interior golpeaba dentro del bote metálico haciendo ruido a antiguos juegos de
infancia. destaparon el bote y con el dedo índice apretaron para pulverizar
pintura a presión sobre el acero forjado por aquellas otras manos.
llegaron los días
en que la puerta se abría para dar paso a personas y a luz que fulmina sombras,
en medio de un callejón de mi ciudad. llego la luz tras la manos.... el acero
se aparto para ampliar y liberar el camino cortado por esta puerta. y allí se
rompió el paréntesis metálico que a veces interrumpe la continuidad del suelo
que pisamos...
y allí abriendo
puertas, mis manos sujetaron la cámara. mi mirada se coló a través del objetivo
y mi cabeza ordenó un disparo para congelar de forma permanente el pomo, el
acero y la pintura que conforman la puerta que hace tartamudear al viento que
sopla en aquel callejón, al no poder continuar su rumbo natural. un metal que
detiene a mis ojos que se estrellan contra la puerta.... intentando imaginar
que abra detrás.... construyendo miles de hipótesis, generando preguntas que
solo se responderían con una llave... por eso estoy ahí, abriendo la puerta con
mi mirada....